lunes, 27 de diciembre de 2010

MELODÍA NÚM. 68


Este ha sido el año de Robyn. Para mi no hay ninguna duda. Han salido otros discos muy muy buenos en este año que termina (Arcade Fire, The National...) pero nada ha conseguido emocionarme tanto como la titánica aventura tres-en-uno en que se ha embarcado la gran Robyn.


Mucho se ha dicho sobre la forma en que la base electrónica de sus canciones distorsiona con maestría la emotividad de sus letras. Sobre la forma en que la inocencia de sus mensajes marida a la perfección con unas melodías impecables. Mucho se ha dicho y es todo completamente cierto.


Por eso sus canciones llegan con autenticidad y sofisticación. Es tanta la sinceridad que desprende, que solo puedes dejarte llevar a su pequeño mundo de grandes desengaños sintetizados. Su mundo nórdico y naif de dramas-de-discoteca. Es muy grande.


Esta canción no es de este año, es del espectacular álbum homónimo que sacó en 2006.


Pero en estos momentos concretos, esta canción me araña por dentro, me destroza y me despierta. Me recuerda que de las decepciones y de los fracasos hay que saber sacar un aprendizaje y una sonrisa. Me recuerda que tras el crudo frío del invierno, despunta soberbia la Aurora Boreal, iluminando con sus destellos las posibilidades inacabables de todo lo que queda por hacer...


Que tengáis un magnífico año 2011.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Con muuuucho retraso, pero más vale tarde que nunca, y con mis mejores deseos de que sigas dejando colgadas por aquí perlas musicales de las tuyas, un feliz año!
(Es que en Valencia decimos mucho eso de "perla": perla mora, perla del Turia, perla musical..... dicho con acento valencianot)
Lo dicho, un abrazo!
Fran